El pasado mes de mayo comenzó la construcción por parte del Ministerio del Interior de un nuevo centro de atención temporal de inmigrantes en Málaga que contará con 300 plazas. Ahora, el Ministro Grande-Marlaska ha confirmado que entrará en funcionamiento a partir del mes de julio.
En este centro se dará cabida a los inmigrantes recién llegados a España a través del Mediterráneo y que sean rescatados por Salvamento Marítimo. Con esta construcción se pretende que tengan un alojamiento en España mientras son reasignados a otros centros.
Hasta ahora esos inmigrantes que llegaban al puerto de Málaga eran atendidos y pasaban sus primeras noches en lugares habilitados por la Cruz Roja a tal efecto. Sin embargo, ahora pasarán a disponer de las máximas comodidades. El centro está preparado de manera que respete la religión de los inmigrantes, con dormitorios separados para hombres y mujeres y otro para los niños. Además dispondrán también de duchas de agua caliente, cuarto de baño y comedor común para todos los rescatados con tres comidas al día.
Además del gasto de las instalaciones, la Policía deberá aumentar sus efectivos para poder vigilar adecuadamente la zona, lo que supondrá otro gasto aun mayor para el Estado. En el centro también contarán con ayuda para poder realizar todos los trámites legales sin necesidad de desplazarse fuera.
A finales de 2018 había empadronados en España un total de 3.836.006 ciudadanos extranjeros no europeos. De todos ellos, 3.488.050 se encontraban en edad de trabajar. Sin embargo, tan sólo 1.147.662 se encontraban cotizando a la Seguridad Social y pagando nuestras pensiones.
Esa cifra supone que tan sólo un 32,9% de los inmigrantes no europeos en edad de trabajar se encuentran realmente trabajando. El resto, 2.340.388 se encuentran en situación de desempleo. En estos datos no se tiene en cuenta ni las personas menores de 16 años ni las mayores de 65, y tampoco se contabilizan a aquellos ciudadanos en situación irregular -sin tarjeta de residencia-.
La cifra es muy alarmante. Teniendo en cuenta que la mayoría de personas que no están cotizando ahora mismo se encuentran cobrando prestaciones sociales, podríamos confirmar que cada inmigrante nos está costando dinero. La balanza es desalentadora. Las cifras no permiten mantener el sistema y desmienten rotundamente la tan manida frase de que nos pagarán las pensiones del futuro.