Ciudadanos comenzó a temer a VOX desde que conocieron los resultados de las elecciones andaluzas. En el Partido Popular intentaron negar su existencia hasta que vieron que suponían un importante robo de votos desde sus filas. Después ambas formaciones optaron por copiar en ciertas partes el discurso de Abascal y tratar de contentar a aquellos votantes que podrían cambiar de bando. Y además, Casado vio en VOX el aliado ideal para luchar contra la izquierda.
Esa fase ya ha quedado atrás. Viendo la sangría de votos que se avecina en las elecciones, el Partido Popular está empezando a usar el discurso del miedo contra VOX, llamando al voto útil -esto en Andalucía ya sucedió-, sin embargo, en vistas a que una posible alianza C’s-VOX-PP estaría muy ajustada en votos respecto a la izquierda, los populares están iniciando una refriega para quitar votos a los de Abascal en pos de algún escaño extra. Esta es la razón principal por la que Casado ha cambiado tanto su discurso en los últimos días, equiparando a VOX con jugar a «la ruleta rusa», o tachándoles de «experimento».
También intentó convencer a Santiago Abascal de que no presentase candidatura en provincias pequeñas donde no sacarían escaño, pero ¿quien es Pablo Casado para inmiscuirse en las circunscripciones de otros partidos?. Pues es poco más o menos lo mismo que Albert Rivera. El catalán también ha cambiado su estrategia frente a VOX, empezando a atacarles con la legalización de las armas para defensa propia. «Yo no quiero un país con tiroteos en los colegios ni locos con pistola».
El problema de todo esto, es que el único que pierde aquí es España. Que unos diputados vayan hacia PP o hacia VOX no debería ser una preocupación para Ciudadanos. Lo que debería preocupar realmente tanto a Rivera como a Casado es la fuga de los votantes de Ciudadanos hacia el Partido Socialista. Esos votantes que no encuentran una representación real con el partido de Rivera están cambiando hacia el PSOE, y eso sería terrible para el futuro del país.