El gobierno húngaro de Viktor Orbán ha condenado a cadena perpetua a cuatro traficantes que introducían inmigrantes ilegales en el país. Hace cuatro años, en uno de esos viajes, un grupo de 71 inmigrantes se asfixió dentro de un camión en el que pretendían introducirles en Austria. Este acto ejemplarizante demuestra que Hungría no piensa permitir el tráfico de personas en su territorio.
Los condenados son tres varones de Bulgaria y uno de Afganistán, que era el líder de la organización. Además de los líderes de la banda, también han sido imputados con cuatro años de prisión a otros diez miembros de la banda. La sentencia es firme y no es posible recurrirla. De los cuatro detenidos, tres de ellos no volverán a salir de prisión y otro podrá ver revisada su condena cuando lleve al menos 30 años encerrado. De este modo no volverán a delinquir ni a traer gente a Hungría de manera ilegal.
Sin duda, un gran modo de evitar el auge de las mafias de tráfico de personas, que conseguirá que otros traficantes se lo piensen dos veces antes de introducir inmigrantes ilegales en el país. Un ejemplo a seguir por el resto de Europa, que tácitamente colaboran con ellos en el transbordo de inmigrantes de las lanchas a los buques de Salvamento Marítimo.
En España tenemos ejemplos como el del barco Open Arms, que después de cruzar todo el Mediterráneo hasta las costas libias volvía a España lleno de inmigrantes que habían encontrado a menos de 10 millas de aguas nacionales de Libia.