Una de las medidas con las que Mariano Rajoy puso fin al despilfarro público en los Ayuntamientos fue limitar el gasto y el endeudamiento de estas instituciones. Gracias a ello, muchos pequeños municipios pudieron comenzar a pagar a los proveedores dentro del plazo que establece la ley, al contrario de lo que venía sucediendo tiempo atrás. donde se gastaba por encima de lo que se ingresaba, dando lugar a impagos y deudas en muchos casos.
Pedro Sánchez va a terminar con este límite. Durante esta legislatura va a flexibilizar el límite de gasto para que los ayuntamientos puedan volver a pedir préstamos para pagar sus presupuestos. El objetivo es que «los gobiernos locales» estén «menos limitados para elaborar y ejecutar unos presupuestos eficaces«. En un principio esta flexibilidad en el gasto irá destinada a aquellos ayuntamientos que han logrado un superávit durante estos últimos años.
Sin embargo, hay que pensar que en muchos de esos casos ese superávit se ha conseguido a base de racionalizar el gasto público. Volver a disparar el gasto tan sólo conseguirá volver al despilfarro que ya pudo verse hace tan sólo diez años con el famoso «Plan E» de Zapatero. Sin duda, debería alcanzarse un equilibrio que mantuviese a todos los ayuntamientos bajo control fiscal por parte de un auditor externo, y que todas las cuentas tuviesen que aprobarse con un detallado plan de ingresos detrás.
Es positivo que un ayuntamiento pida un préstamo para llevar a cabo una obra, pero debería haber las suficientes garantías de que se cuenta con ingresos suficientes para hacerle frente. Sino, nos encontramos con instituciones como el Ayuntamiento de Jaén, que con menos de 120.000 habitantes, y después del exhaustivo control al que ha estado sometido, aún debe más de 440 millones de euros, cuando sólo cuenta con un presupuesto anual de 140 millones.