Pedro Sánchez se ha asegurado un buen futuro después de pasar apenas ocho meses en La Moncloa. El Presidente del Gobierno cobrará una pensión vitalicia, por una normativa dispuesta hace 27 años. Solo tres países desarrollados pagan una renta vitalicia a sus políticos una vez dejan su cargo, y España es uno de ellos.
El negocio es mayúsculo. Según el RD 405/1992 del 24 de abril, Sánchez recibirá un sueldo vitalicio de 80.000 euros brutos anuales para él. Además, tendrá derecho a contratar a dos cargos de confianza -asistente y secretario-, con un salario de 28.000 y 21.000 euros al año para cada uno, además de presupuesto para una oficina que puede alquilar con cargo a la Administración del Estado.
Por si esto fuese poco, Sánchez puede posponer su jubilación, ya que tiene derecho a formar parte del Consejo de Estado, con una remuneración de 100.000 euros al año de forma vitalicia.
Además, al Presidente le corresponde un coche oficial con conductor también a cargo del Estado, y en caso de que lo pueda necesitar, disfrutará «de libre pase en las compañías de transportes terrestres, marítimos y aéreos regulares del Estado».
Por supuesto no va a faltar la indemnización en caso de que tenga que dejar La Moncloa, que después de unos 10 meses en el cargo, será de algo más de 30.000 euros.
Muchos jóvenes del país no tienen un trabajo digno, y la pensión mínima no se obtiene sin antes cotizar durante al menos dos décadas. Es un insulto a los ciudadanos que se utilice semejante instrumento para mantener políticos y enchufados con tan solo unos meses de antigüedad en el cargo.